The World of Books in the Archives: Codices, Cartularies and Register-books.
Le monde des livres dans les archives: codices, cartulaires et livres des registres.
Die Welt der Bücher in den Archiven: Codices, Kopialbüchen und Register.
El 23 de abril celebramos el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor 2018. Por invitación de la Biblioteca Pública del Estado en Ciudad Real (Castilla-La Mancha, España) colaboraré con esta institución en su programa de actividades. Será una participación institucional para explicar al gran público cómo se conserva, trata y difunde todo lo relacionado con el mundo del libro en los archivos.
Es una actividad incluida dentro del marco del Año Europeo del Patrimonio Cultural [#EuropeForCulture].
Será un itinerario que explicará la estrecha vinculación entre el Archivo y la Biblioteca desde la Antigüedad hasta llegar a la Era Digital que iniciamos en el siglo XXI.
En Egipto, Mesopotamia, Grecia y Roma los archivos y las bibliotecas se crearon y gestionaron en muchos casos juntos. En la Hispania visigoda sabemos que tanto en el Archivo real en Toledo como en los Archivos eclesiásticos de obispos y metropolitanos se preservaban juntos los códices de estudio junto a los religiosos en espacios denomiandos Tesoros (thesauri), y en proximidad a materiales puramente archivísticos como los tomi y volúmenes de los concilios eclesiásticos, los registros de tercias y otros ramos de la administración y contabilidad de las iglesias (documentos o cartas de donaciones o fundaciones). Esta tradición pasó al medievo que siguió perfeccionando las formas de preservación y gestión de libros y documentos.
En la España del siglo XVI se crearon, en el ámbito de la monarquía, dos espacios especializados en el libro, como la Biblioteca Regia del monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid) (RBME), y en el documento, como el Archivo Real de Simancas (Valladolid) (AGS). En el siglo XIX, tras el proceso desamortizador, fundamentalmente, de los archivos y bibliotecas de los monasterios e iglesias catedrales, se crearon la Real Academia de la Historia (RAH), el Archivo Histórico Nacional (AHN) y la Biblioteca Nacional (BNE). Para la gestión técnica y su administración se creó en 1858, casi al final del reinado de Isabel II, el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, que actualmente continua con estas funciones encarando los retos de la nueva sociedad digital.
Explicaremos cómo se difunde y se accede a datos e información sobre el mundo del libro y de la cultura libraria existente en los Archivos a través del Portal de Archivos Españoles [http://pares.mcu.es], especialmente en su nueva versión PARES 2.0 . Mostraremos como es posible la convergencia y complementariedad entre los sistemas de información especializados de los Archivos y de las Bibliotecas; y, especialmente, el gran potecial que ofrece esta necesaria interoperabilidad de cara a los retos de Big Data.
Así, explicaremos cómo los Archivos Estatales españoles (SGAE ; @ArchivosEst) conservan gestionan y difunden:
- Bibliotecas especializadas, como las del Centro Documental de Archivos (CIDA) o la de cada archivo, como por ejemplo, las importantes colecciones de materiales cartográficos de los Archivos General de Simancas o Archivo General de Indias.
- Archivos personales de escritores con su legado, compuesto de documentos e incluso sus bibliotecas. Sería el caso de los Archivos de Luis Rosales, Antonio Cánovas del Castillo, Jacinto Benavente o Juan Ramón Jiménez en el Archivo Histórico Nacional.
- Bibliotecas de antiguas instituciones, como la del antiguo Convento de Uclés (Cuenca), sede de la Orden Militar de Santiago que tras la desamortización fue transferida al Archivo Histórico Nacional, o la biblioteca del monasterio de San Cugat del Vallés, que por las mismas razones lo fue al Archivo de la Corona de Aragón.
- Documentos puramente archivísticos cuyos tenores textuales nos aportan datos sobre escritores, la Historia del Libro y de la Escritura (Literacy), sobre la existencia, fabricación y circulación de libros manuscritos (códices) e impresos (incunables, ediciones).
- Fragmentos y 'Membra Disiecta', es decir, en palabras de Ana Suárez González, "Bibliotecas de fragmentos" de antiguos códices manuscritos perdidos y "Fragmentos de bibliotecas" cuando varios de esos fragmentos pertenecen a un mismo códice, un 'membra disiecta'.
- Los Libros de archivo, es decir, los códices diplomáticos con su variadísima tipología como los cartularios, los registros cancillerescos, Libri capituli y de aniversarios, Libros censuales, libros de actas capitulares, protocolos o registros notariales, libros de contabilidad o mercuriales, y toda una riquísima gama.
El director de la Biblioteca Pública de Ciudad Real desea que el gran público sepa de esta relación
enriquecedora entre el mundo del archivo y el de la biblioteca. Los archivos históricos
contienen interesantes colecciones y series de libros manuscritos e impresos,
al igual que las bibliotecas y los museos también gestionan materiales
archivísticos en sus secciones de manuscritos. En la
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AHN, CODICES,L.1166, f. 68r. Becerro Gótico de Valpuesta. |
actual era digital podemos
relacionarlos y reconstruir antiguas bibliotecas y archivos en los que se
compilaron libros y documentos. De la misma manera, podemos conocer el rastro
de los ejemplares y de sus autores en muchos casos. Entre los fondos documentales
de nuestros archivos encontramos básicamente dos tipos de libros los códices
manuscritos y libros impresos procedentes de antiguas bibliotecas, generalmente
referidos a las grandes áreas del conocimiento humano como la teología, la
filosofía o la arquitectura, entre otras; y los denominados códices
diplomáticos y administrativos. Estos últimos, los más frecuentes en nuestros
archivos ofrecen un gran elenco que va desde los primeros cartularios, como el
de Valpuesta (Burgos) (AHN, Códices,L.1166), cuya compilación de escrituras notariales altomedievales
contienen glosas manuscritas, consideradas actualmente junto con las de San
Millán de la Cogolla (Real Academia de la Historia) como las manifestaciones más tempranas de la lengua
castellana. También encontramos repartidos por nuestros archivos un gran fondo
de registros de cancillería, que siguiendo el modelo pontificio, arrancan del
siglo XIII y llegan hasta el siglo XIX.
Otro gran grupo de libros
presentes en nuestros archivos son los denominados códices diplomáticos o
administrativos, tales como censos e inventarios de propiedades, registros o
protocolos notariales o libros de contabilidad. Entre los libros manuscritos
procedentes de antiguas bibliotecas destaca el códice del “Beato de Tábara”
(siglo X) (AHN, CODICES,L.1097), que contiene la miniatura más antigua conocida de un scriptorium
altomedieval. En ella se inspiró Umberto Ecco para construir la traba de su
famoso libro El nombre de la rosa, que fue ‘best seller’.
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Archivo de la Corona de Aragón. Registro de la cancillería de Juan I. |
Una faceta característica de
los archivos, como hemos indicado más arriba, son los fragmentos de libros y los membra disiecta o
fragmentos de antiguas bibliotecas. En los últimos años, generalmente durante
las tareas de restauración de los materiales archivísticos han aparecido
numerosos folios dispersos de antiguos códices manuscritos que habían
desaparecido, identificándose la existencia de códices desconocidos.
Especial valor tienen los
códices bíblicos y toda la historia y problemática de su transmisión textual.
Estos aspectos y otros como conocer su forma de ingreso en nuestros archivos
son algunas de las principales facetas de este ámbito del conocimiento humano
que forma parte de la sociedad desde la aparición de la escritura en el Próximo
Oriente hace unos cinco mil años. Y, sobre todo, es necesario comunicar su
existencia y valor, pues el éxito de archivos, bibliotecas y museos en la nueva
era digital, especialmente con las nuevas posibilidades del Big data implican
un manejo y conocimiento profundo de las técnicas para leerlos, conservarlos y
transmitirlos. Acceder a los datos que poseen es fundamental para elaborar
información de calidad digital.
El director de la Biblioteca Pública del Estado en Ciudad Real es Francisco J. Alonso López, miembro del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Ha trabajado en la Biblioteca Nacional de España, dirigido la Biblioteca especializada del Museo Romano de Mérida y fue Jefe de Servicio en el Ministerio de Cultura, en la antigua Subdirección General de Publicaciones, cuyas funciones forman parte de la actual Oficina de Atención al Ciudadanos de la Secretaría de Estado de Cultura. Es buen conocedor del Portal de Archivos Españoles (PARES) desde sus inicios, pues entre 2006 y 2011 trabajamos juntos en el diseño de la web del micrisitio de PARES, del de la Subdirección General de los Archivos Estatales y los distintos micrositios web. Como investigador es experto en vídrio en la Antigüedad y cultura escrita del mundo romano.
Madrid, 23 de abril 2018.
Alfonso Sánchez Mairena
Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos
Madrid, España.