02 octubre, 2020

NOVEDAD BIBLIOGRÁFICA SOBRE ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS CIVILES EN FRANCIA A FINALES DE LA EDAD MEDIA.

Bibliographic novelty on archives and civil libraries in France at the end of the Middle Ages.

Nouveauté bibliographique sur les archives et bibliothèques civiles en France à la fin du Moyen Âge.

Bibliographische Neuheit in Archiven und Zivilbibliotheken in Frankreich am Ende des Mittelalters.

Novità bibliiografica sugli archivi e le biblioteche civili in Francia alla fine del Medioevo.

Se trata de un libro escrito por Yann Potin (perfil Wikipedia), un archivero e historiador francés que desarrolla su actividad en los Archives nationales de Francia, el equivalente a los Archivos estatales españoles. Es el responsable de la información e investigación documental y profesor asociado en la Universidad de París Norte y en la École nationale des chartes --el Centro nacional de Documentación-- donde se forman los profesionales de los archivos, bibliotecas, museos y de gestión del patrimonio histórico en su país. 

El libro se titula "Tesoros, escrituras, poderes. Los archivos y las bibliotecas del estado en la Francia de finales de la Edad Media". [Francia] Ediciones del CNRS, 2020. ISBN 978-2-271-13239-0. Disponible en versión impresa y digital. 

El libro está prologado por Patrick Boucheron, considerado como uno de los actuales máximos exponentes de la renovación historiográfica europea y especialista en la Historia urbana italiana del Renacimiento. Es profesor y titular de la cátedra sobre "Historia de los poderes en la Europa occidental, siglos XIII-XVI" en el Colegio de Francia. En esta temática académica se contextualiza este libro. Es decir, los archivos como instrumentos, producto y representación de las estructuras de poder bajomedieval. 

A la hora de comprender este libro, el lector debe tener en cuenta que no olvidemos que existía una tradición archivística eclesiástica arraigada y perfeccionada, que servía en gran medida de modelo para las cancillerías y archivos de los poderes civiles. El libro se publicita con el siguiente texto que traducimos libremente así: 

Los poderes de la escritura en la sociedad medieval no se sustentan solamente sobre la capacidad de las instituciones para producirlos o para difundirlos. El caso particular del reino de Francia y de su Estado en fase de gestación a finales de la Edad Media pone de manifiesto una relación singular en la conservación de los soportes y de los valores de la palabra escrita en los espacios reservados y ubicados en el corazón de los palacios y que se materializaron en los tesoros. La localización de estos depósitos estructura el espacio y la dinámica de centralización del poder de los Capetos y asegura indirectamente, por su inserción en los espacios urbanos, una presencia y un poder de los documentos escritos mucho más amplio: la visibilidad indirecta de los tesoros de los materiales escritos. Estos "tesoros" de títulos, cartas, documentos o de manuscritos forman la sabiduría de un soberano que asienta las bases de una "ciencia del estado". 

Esta obra recopila cierto número de estudios singulares sobre el Tesoro de los documentos entre los siglos XIII y el XVI, y la biblioteca real, llamada "de Carlos V", entre su instalación  en el Louvre en 1368 y su dispersión a comienzos del siglo XVI. 

Estos trabajos van precedidos por textos generales sobre la cuestión del estatuto de la función política y simbólica de la tesaurización real.

En mi opinión, desde una perspectiva de las practicas archivística medievales, el tema del "Trésor des chartes" francés es un buen ejemplo de la transición de los archivos itinerantes altomedievales de nobles y reyes hacia un proceso de sedentarización conforme el poder al que representan, se va estabilizando y se hace duradero. Para el ejercicio de ese poder era necesario tener una sede fija para la corte y evitar los gastos y problemas de logísticas que suponía la itinerancia. Con la corte iban la cancillería y el archivo real, es decir, la producción y la custodia de los documentos necesarios para el ejercicio del poder y para guardar la memoria de la legitimidad del mismo. 

Yann Potin ha codirigido junto a Marie Cornu y Jérôme Fromageau otra obra de historia archivística, titulada Los archivos y la génesis de las leyes. Ed. L'Harmattan, 2016. ISBN 978-2-343-08390-2

¿Qué era el "Tresor des chartes"?

Unas pinceladas sobre qué contenía y cuándo se formó el "Tesoro de los documentos" de los reyes franceses las obtenemos de los propios instrumentos de descripción y difusión en línea de los Archivos nacionales de Francia. Los principales hitos serían los siguientes.

El "Tesor
o de los documentos" era una de las formas en que se denominaba en la Edad Media a los archivos. En la Francia medieval, en el ámbito del poder laico real, estos archivos, surgen como cartarios o recopilación de cartas o documentos originales dotados de fe pública --Lat. Charta, -ae-- en el reinado de Felipe Augusto (1180-1223). Entre los años 1194-1199, la cancillería real francesa adquirió el hábito de conservar los ejemplares originales o copia de los documentos o actas recibidas o expedidas. Una tradición historiográfica atribuye el origen de los archivos centrales del reino de Francia a una noticia de pérdida de los livrets de compte du fisc o cuadernos de cuentas de la hacienda, según testimonio de Guillermo el Bretón tras la derrota de Fréteval en el año 1194, cuando se perdió todo el bagaje y equipajes que acompañaban al rey Felipe Augusto. Tras esta pérdida de la memoria escrita de su administración y gobierno, se concibió rehacer los registros y los documentos sellados relacionados con sus posesiones. Sin embargo, está verificado que hubo una renovación de las prácticas archivísticas francesas desde el inicio del dominio real, cuando la cancillería concibió la necesidad de asegurar una conservación más sistemática de los documentos que fundamentaban los derechos del rey sobre su reino. Esto es algo patente que podemos observar también en España con la fundación del Archivo General de Simancas por Felipe II en la segunda mitad del siglo XVI.

Tras la muerte del rey San Luis IX de Francia --que era primo hermano de nuestro Fernando III de Castilla y León--, estos fondos documentales fueron depositados en el primer piso de la sacristía de la Capilla Santa del Palacio real, junto a la biblioteca real, y cercana al tesoro de las reliquias y de las joyas custodiadas en la planta baja. Su denominación fue la de Thesaurus chartarum et privilegiorum domini regis, entendido ya como el archivo real medieval de la realeza francesa. Este modelo permaneció así hasta 1783.

Entre los años 1300-1302 comenzaron a conservarse en el Tesoro real también los registros de la cancillería real. Durante el reinado de Felipe el Hermoso y sus hijos se debe la recogida de casi el 30% de los fondos documentales conocidos y conservados. 

Más tarde, el rey Felipe V de Francia creó un nuevo depósito para el archivo especialmente para recoger el aumento de la producción de documentos reales, dado que aumentaron las oficinas que podían expedir documentos públicos. 

A partir del año 1316 se recogieron también los registro cronológicos del Parlamento de París. Y desde 1320 aparecen los fondos documentales de la Cámara de las cuentas, que produjo una copia sistemática de todos los documentos regios necesarios para la administración de los bienes del dominio real. 

Tras este proceso de acumulación de fondos documentales, a finales del siglo XIV el Tesoro de las cartas ya estaba considerado como la recopilación cerrada de los archivos históricos, es decir, las series documentales que ya no tuvieron más crecimiento. A partir del año 1477, el Trésor des chartes real dejó de recibir fondos documentales para su custodia. 

Fue característica la organización física de los documentos y libros registros clasificado en relación a sus contenedores físicos (cofres, cajas y bolsas). En ellos se custodiaba una amplia tipología documental como tratados, homenajes, juramentos y contratos que justificaban los derechos del rey de Francia, la correspondencia recibida, los expedientes o agrupaciones documentales ('dossiers') formados en virtud de asuntos importantes, como la canonización del rey San Luis, el proceso a los Templarios, los Estados generales o primeros parlamentos. A ellos se sumaban los "archivos" de distintas provincias o territorios que fueron adquiridas para su dominio por la dinastía capeta hasta el siglo XVI como el ducado de Narbona, condado de Tolosa, Champaña o Valois, y parte del ducado de Borgoña. 

Una tradición archivística laica

En el Vocabulario Internacional de la Diplomática (M.ª M. Cárcel Ortí, ed., 1997) no encontramos la definición de Tesoro / Trésor des chartes, pero sí una referencia a su relación con una de las representaciones del concepto Archivo como es el Cartario / Chartrier (p. 27, & 27). El cartario, que tenemos que distinguir del cartulario, deriva etimológicamente del término latino c(h)artarium, que en sentido estricto sería la recopilación de documentos conservados por una persona física o moral, corrientemente un señor o noble laico, una institución eclesiástica, un municipio, para servir de prueba de sus derechos y conservar la memoria de su historia. En sentido general, el término puede referirse también a un fondo documental archivístico formado en la Edad Media y está formado por una gran cantidad de documentos. Para la perspectiva diplomática, según este vocabulario, los cartarios más importantes son de origen real o nobiliario, es decir, laico, que en la tradición escrita francesa se denominan "trésor des chartes" como traducción de la expresión latina "thesaurus cartarum". 

Creo que de este enfoque participa la finalidad de este libro de Yann Potin. Es una línea que observamos en la literatura archivística española en relación al surgimiento del Archivo General de Simancas en el siglo XVI y la del Archivo de la Corona de Aragón a partir del siglo XIII. Es una línea de investigación y difusión muy común entre los profesionales de los archivos y entre los investigadores académicos de la Historia de la cultura escrita. 

Sin embargo, existía una tradición y unas prácticas archivísticas eclesiásticas que suponían la transmisión del archivo de la Antigüedad romana junto al Derecho romano al mundo medieval. De hecho, no nos extendemos aquí, el origen de archivos medievales regios, laicos, como el de la Corona de Aragón en Barcelona en el siglo XIII reproducen en su organización en gran medida las prácticas del Archivo Vaticano y las de la expedición de documentos de la cancillería pontificia. Y como expuse en este blog hace un año, en el propio origen del Archivo General de Simancas tuvo mucho que ver la empresa de copias de documentos de los archivos vaticanos que los Reyes Católicos emprendieron para copiar documentos importantes para fundamentar su "archivo regio" en base a copias autorizadas y certificadas. 

Portada en pergaminos del siglo XV reutilizada en una encuadernación modernaEsta tendencia a abrir paso a las prácticas documentales y archivísticas de los laicos desde Alta Edad media en función de la identificación de los Munimina y Deperdita, un 'revaival' en mi opinión de aspectos claramente expuestos por Jean Mabillon en el siglo XVI (De Re Diplomatica libri sex), mantenida por la archivística positivista de los siglos XVIII al XX en sus instrumentos de descripción de fuentes, y 're-descubiertos' en los últimos años. 

Para ampliar vuestra información os recomiendo este trabajo publicado digitalmente y accesible en línea (lengua francesa): (Re)relier les registres du Trésor des chartes: entre fossilisation et évolution. De aquí tomamos algunas de las imágenes con que ilustramos este artículo de Cartularios Medievales. 

Madrid, 2 de Octubre 2020.
Actualizado 4/10/2020
Alfonso Sánchez Mairena 

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